El ECG puede identificar problemas cardíacos, como arritmias, bloqueos cardíacos y trastornos del ritmo cardíaco, en sus etapas iniciales, lo que permite un diagnóstico temprano y un tratamiento oportuno.

Proporciona una visión detallada de la función eléctrica del corazón, permitiendo a los médicos evaluar la fuerza de las contracciones cardíacas y la eficacia de la bomba cardíaca.

Ayuda a identificar la presencia de enfermedades coronarias, como la arteriosclerosis o el estrechamiento de las arterias coronarias, que pueden llevar a enfermedades cardíacas graves como el infarto de miocardio.

Si un paciente experimenta síntomas cardíacos como dolor en el pecho, palpitaciones, mareos o falta de aire, un ECG puede proporcionar información valiosa para determinar la causa subyacente.

Para pacientes con afecciones cardíacas conocidas, el ECG se utiliza para monitorear la eficacia del tratamiento y realizar ajustes según sea necesario.

El ECG se utiliza en la evaluación del riesgo cardíaco antes de procedimientos quirúrgicos o intervenciones médicas importantes para garantizar que el paciente sea lo suficientemente fuerte para someterse a la cirugía.

Además de evaluar la salud cardíaca, el ECG puede proporcionar información sobre la salud general de una persona, ya que ciertas afecciones médicas pueden afectar el ritmo y la función cardíaca.

Ayuda a diseñar programas de ejercicio seguros para pacientes con afecciones cardíacas, garantizando que puedan mantener un estilo de vida activo y saludable.